Que Bunbury es un torero digno de las mejores plazas está fuera de toda duda, el sábado, sin ir más lejos, "toreará" en "Las Ventas". Que estamos ante un artista vocacional también. Para corroborarlo puede uno escudriñar su carrera con sus diversas mutaciones, cambios y virajes sonoros, o basta con verle sobre las tablas.
Si de algún pecado está libre Bunbury es de la pereza. Al artista zaragozano no le han dolido prendas en hacer un paréntesis en la gira española para llevar su show hasta Polonia, en un concierto organizado por el Instituto Cervantes de Varsovia, ni en bajar de los grandes escenarios para tocar en un club. En este caso, el Club Proxima de Varsovia.
Pasaban unos minutos de las ocho cuando se hacía la oscuridad en la sala y Bunbury aparecía sobre el escenario mientras empezaban a sonar los primeros acordes de "El anzuelo", tema que abrió el show. A partir de ahí Enrique y su banda fueron desgranando canciones sin tregua. 'La señorita hermafrodita', 'Desmejorado', 'Doscientos huesos y un collar de calaveras', 'Sólo si me perdonas', 'Bujías para el dolor', 'Apuesta por el rock'n'roll', 'El hombre delgado que no flaqueará jamás', 'De mayor', 'El extranjero', 'El rescate', 'Y al final", 'El jinete', 'Sí', 'Canto', etc
Estética y puesta en escena marca de la casa, banda compacta y arrolladora. Algo más de quinientas personas de público, cerca de la mitad españoles (residentes en Varsovia y algunos fans incondicionales que siguen a Enrique por todas partes) y la otra mitad polacos. Público que enseguida pasó de la expectación al entusiasmo y a la entrega.
Michal, de 34 años afirma: "estos días escuché algunas canciones de Bunbury en la radio... además recuerdo la música de Héroes del Silencio. Me gustaban, por eso he venido". Bunbury da las gracias en un polaco convincente, se encienden las luces y termina el show, después de casi dos horas. Paulina sonríe, tiene 19 años y es estudiante, "me ha gustado, sobre todo la canción esa del acordeón". A su lado, David, profesor de español oriundo de Mexico, está radiante: "¡genial!, vaya grupo, cómo suenan. Y Enrique... ¡qué voz!". Magda, administrativa de 41 años señala "ha estado muy bien, me gustaría conseguir el disco".
Sería difícil entender el show, ese sonido y esa complicidad que se palpa en el escenario sin tener en cuenta la profesionalidad y calidad humana del equipo que rodea al artista: banda, técnicos, manager, road manager... Un equipo de primera división para un artista de talla internacional que merece recuperar el lugar que le corresponde en el panorama musical europeo. Lo de anoche en Varsovia, en un simple club y sin estridencias, podría ser un buen comienzo.
vía: elheraldo.es
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