La constancia del brasileño, uno de los futbolistas más criticados del Barça en los últimos meses, dio su fruto esta vez en El Madrigal, donde el lateral sufrió un incidente de tinte racista. Lanzaron un plátano desde la grada y Dani, en una réplica espontánea y cargada de sentido, se lo comió de un mordisco.
Un episodio lamentable y una respuesta sorprendente para lo que Alves considera una "guerra perdida". Ése fue su veredicto el año pasado, cuando sufrió los insultos y los gritos de un pequeño sector del Bernabéu durante un partido de semifinales de Copa del Rey.
"Llevo 11 años en España y durante este tiempo siempre lo mismo. Hay que tomárselo así, hay que reírse y tomarse en broma lo que hacen estos retrasados", subrayó Alves en la zona mixta del estadio del Villarreal.
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